A pesar de que los índices nos indiquen que el embarazo en adolescentes ha disminuido, México sigue siendo el número uno en embarazos adolescentes, según la OCDE.
En Nuevo León se registró una reducción del 2.3% en los casos, entre el 2015 y 2016, sin embargo, en 2016 se presentaron casos de una niña de 11 años, dos niñas de 12 años, 28 de trece años y 204 de catorce años. En promedio en México tuvimos en esos años medio millón de embarazos adolescentes según Save the Children.
No es casualidad que nuestro país siendo uno de los más religiosos se encuentre en primer lugar en embarazos adolescentes, pues muchos padres no se atreven a hablar ni mucho menos brindar una educación sexual sólida que les permita a las niñas cuidarse y entender su cuerpo, y a los niños respetar a otras personas y también cuidar de sus cuerpos.
Una responsabilidad tan grande a tan temprana edad atrofia la educación, cierra posibilidades de empleo y crea un perpetuo ciclo de pobreza.
Por otro lado las estadísticas del Consejo Nacional de Población, la mitad de las mujeres embarazadas de entre 15 y 19 años, planearon junto con su pareja tener un bebé por la necesidad de amor, la idealización del papel de madre y la rebeldía hacia los padres.
El embarazo adolescente es considerado un problema de salud pública pues las madres prematuras tienen el doble de posibilidad de morir por complicaciones del embarazo o en el parto.