¡Qué quemón! Ayer por la noche el conductor de «SNSerio» denunció vía Facebook la agresión por parte de un columnista de El Norte con el seudónimo «Tony Boomer».
No es el primer caso en donde se le da poder al anonimato para agredir y transgredir a ciertas figuras públicas, en esta ocasión le tocó al tamaulipeco Mayagoitia a quien Tony Boomer se refirió con sorna como una persona de músculos desarrollados pero con poca inteligencia. Con la justificación de que en un programa, en donde el payaso Lagrimita fue invitado, el conductor, aparentemente, no supo qué significaba la palabra «efímero». Esta mañana en el programa Vivalavi de Multimedios el joven conductor aclaró que se trataba de un juego que en bloques anteriores traían con la palabra «plagio», puntualizó que era evidente que esta persona que se esconde detrás de un seudónimo prendió la televisión en esos cinco segundos y de ahí hizo su tarea.
La respuesta de Kike a El Norte por medio de una carta dirigida al director del periódico Alejandro Junco De La Vega, en donde pide que retracte de la ofensa, también fue publicada en su muro, deja ver los valores del joven ingeniero, pues expresa con inconformidad la agresión hacia su persona, pero sobre todo al empoderamiento que ha tenido el anonimato en las redes sociales y que varios medios utilizan como estrategia para ganar rating derivando en prácticas que, como sociedad nos condenan a la violencia, como el ciberbullying, hostigamiento y acoso, sin olvidar la producción de noticias falsas que demeritan el trabajo periodístico de muchas empresas.
Más adelante, en la misma carta Kike argumenta que el supuesto error no es más que una dinámica del programa, que nada tiene que ver con su intelecto y todo tiene que ver con emisiones anteriores del programa, dejando en evidencia que dicha columna emite juicios basados en los estereotipos sin analizar más allá la situación real, tanto del programa como de su conductor.
Kike aseguró, en el programa Vivalavi, que llegará hasta las últimas consecuencias legales, no nada más para revertir las ofensas, sino para que el mismo anonimato pierda credibilidad y se retomen los valores de la honestidad en un periodismo que cree en la verdad de los hechos y no en versiones de personas que se esconden detrás de un seudónimo.